Iba a encontrarme con mis viejos amigos en la Estación, para pasar unos días de vacaciones juntos. Hacía mucho tiempo que no nos veíamos, no sabía por donde empezar, un universo de ideas y emociones querían salir por un embudo de tres centímetros de diámetro, todo al mismo tiempo. Misión imposible, así que además del embudo, todas las puertas de los sentidos se abrieron para dar salida a la impaciente y desbordada alma.
Las caras parecían desconocidas en el primer vistazo, pero pronto fuimos reconociéndonos. Algunos no habían abierto las cavidades de sus sentidos desde hacía tiempo, así que podíamos escuchar el crujir de su desuso, pero con movimientos suaves y ligeros pronto empezaría a sonar la música de sus corazones.
Tuvimos la primera despedida el día uno, que recibimos con sorpresa y aceptación, los movimientos sutiles de una organización mayor a nuestros deseos y posibilidades se hacían presentes. Y empezamos la aventura juntos ...
Un cuerpo duro y amoldado a viejos patrones trataba de encontrar nuevas formas, algunas con dolor e incomodidad, otros con travesura y diversión. Hacía muchos años que no nos encontrábamos juntos, compartiendo nuestros sueños y quehaceres. Una contradicción de emociones, nuevo, viejo, triste, alegre, aburrido y divertido ... toda una fiesta de chispas en las brasas de nuestras cavernas.
Amanecería un nuevo día, para darnos cuenta de las posibilidades del nuevo territorio. Exploramos senderos, riachuelos y raíces del lugar, algunos fueron auténticas sorpresas y otros predecibles rincones de un bosque encantado. Al atardecer, cielos púrpuras y ocasos anaranjados declaraban el resultado de un merecido descanso.
Y como la espuma de las olas atravesando los afilados acantilados, entraban uno a uno en las grietas de las faldas de la madre tierra. Cosquillas de amor y vientos frescos, iban deshaciendo la cal de las paredes, abriendo espacio a las aguas transparentes de los profundos océanos. Dentro del útero descansaban y se mezclaban los unos con los otros, transformándose pliegue sobre pliegue. Una carcajada surgió del centro del corazón, y no pudo parar de reír hasta el décimo día.
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