De sus ojos nacieron pena y ebriedad,
por sus labios de rubí apareció la esencia de la existencia.
Al reflexionar sobre sus ojos y sus labios,
el mundo entero se convirtió en adorador del vino.
Por sus ojos los corazones están embriagados y lánguidos,
por sus labios de rubí las almas están veladas.
Por sus ojos los corazones son consumidos,
por sus labios de rubí la cura son de las almas enfermas.
Por sus ojos nuestra sangre hierve continuamente,
por sus labios de rubí nuestra alma es fascinada.
Con miradas seductoras sus ojos roban corazones,
con coqueteo sus labios de rubí reaniman el alma.
Si deseas (ver) el rincón de sus ojos o (besar) el rincón de sus labios,
éstos dicen que “no” y, aquellos, que “sí”.
Mahmud Shabestari: El jardín del Misterio
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