La piedrecita estaba metida en una rendija, que unía dos serranías,
diferentes arroyos confluyeron en las mismas cercanías,
Navas, Logroño, Valdepeñas ... aguas claras y limpias todas ellas,
tramo por tramo, fueron llegando hasta la misma pendiente.
La piedrecita no se movía, tal y como se reclinaba ya no cedía,
y las aguas fueron llegando y empujando, picaban y herían,
día tras día eran atraídas como un imán hacia la escarpa abatida
y un torrente de energía deslizó la arenisca colándose una pizca.
Después dos, tres, cuatro...todas juntas ahora eran una sola mente,
así la rendija cedió, la china saltó y de la brizna una cascada nació.
Se mezclaron, se sintieron, se escucharon, se envolvieron,
Y las letras y los verbos, en música y danza se volvieron.
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