CEGUERA COGNITIVA

En 1938, cuando los nazis invadieron Austria, el neuropsiquiatra doctor Victor Frankl y su familia fueron arrestados y enviados al campo de concentración. El perdió toda su familia pero sobrevivió y volvió a Viena después que las tropas aliadas abrieron las puertas de los campos.

Desde el momento que él había sufrido el nadir de la experiencia humana, su experiencia en una ciudad aún ocupada por poderes extranjeros fue de inmensa importancia. El ayudó a mucha gente que sufría profundamente por las experiencias de la guerra. Hubo un caso que le fue llevado. Un hombre y su esposa habían, por maravillosas circunstancias, sobrevivido al holocausto en dos campos de concentración diferentes. Ellos se encontraron nuevamente en Viena y no podían creer que ambos estaban aún vivos. Sin embargo, la mujer falleció, a causa de una enfermedad contraída en los campos de concentración. Después de ello, el marido desesperó completamente, no quería comer más, se aisló sentándose pasivamente en un rincón. Era claro que se había abandonado. Los amigos querían ayudarlo pero él se negaba. Fue finalmente persuadido de ver a Frankl y conversaron una hora.

Al final de su interacción Frankl le hizo al hombre la siguiente propuesta: “Suponga que Dios me diera el poder de crear una mujer idéntica a su esposa; ella recordaría todos los detalles de sus conversaciones, todos los chistes y las experiencias que ustedes tuvieron. Usted no sabría ver la diferencia por más pruebas a las que usted la sometiera. Usted vería que ella es como su esposa. ¿Querría usted que yo creara tal mujer?. Después de una pausa el hombre dijo: “No”. El doctor Frankl dijo: “Muy bien. Gracias.” Se separaron. El hombre comenzó a recuperarse.

Cuando escuché aquello le pregunté: “¿Doctor Frankl, qué sucedió?, ¿Qué es lo que hizo usted?”. Y él dijo: “Es muy claro. Este hombre estaba viéndose a sí mismo a través de los ojos de otro, a través de los ojos de su esposa pero, cuando ella murió, él estaba ciego. Cuando pudo ver que él estaba ciego, pudo ver.

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