CUIDATE, PIENSA COSAS BONITAS

Eran las 6 de la mañana, y él se despidió. Se iba de viaje, y habíamos tenido unos días de tensión. En ese momento, estaba en un estado de semi-trance, abierta a cualquier información que viniera de fuera. Con mucho cariño me dijo: "cuídate, y piensa cosas bonitas", me dió un beso con mucha dulzura y salió de la habitación.

Las palabras entraron fácilmente, y los pensamientos iban desperezándose uno detrás de otro. Ese día tenía un encargo, pensar cosas bonitas, ¡qué bien, yo puedo hacerlo!, y decidí no sólo observar sino también dirigirme hacia lo que para mi significaba lo bonito. Pronto me di cuenta que no era tan sencillo el encargo como parecía, se reveló en mi cabeza un tremendo basurero de cosas feas, que no me aportaban ningún placer ni bienestar. ¡Qué pensamientos absurdos! ... Ese día mi mente estaba orientada a todo lo que faltaba o no me gustaba, la crítica era constante y el mal humor aumentaba a cada minuto.

Incluso, al darme cuenta de lo que estaba pasando, me dije: ¡vaya cabroncete!. Fíjate, podría haber agradecido la posibilidad que se abrió este día, pero yo puse la atención en la intención del otro, que aunque con cierta broma e ironía, se dirigía a su juguetona maldad de encontrarme con mi propia estupidez. Y me dejé atrapar por su trampa, a conciencia, la cual sólo me dejaba una salida, pensar en cosas bonitas.

Y pensé qué bonito es ser amante, y poder querer tan profundamente a alguien, despertarme a su lado cada día. Disfrutar del juego de los gatos, escuchar los tacones de mi madre, el olor a café recién hecho, la luz del sol entrando por la ventana, leer un libro interesante apoyada en la almohada de la cama, hacer un ejercicio físico placentero, pensar en Nicolás, tener una charla agradable, preparar una clase ... y me doy cuenta de cuántas cosas bonitas puedo escribir en este día.

Y ahora, mi querida amiga, te lo digo a ti: ¡Cuídate, piensa en cosas bonitas!

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