XII

Pulo percibe el rumor de sus pasos; su rostro resplandece como la cumbre que toca el primer rayo de sol, y sale a su encuentro. Su corazón, que no ha palpitado en el fuego de la pelea ni en la presencia del trigre, late violentamente bajo la mano que se llega a él, temiendo se desborde la felicidad que ya no basta a contener. "¡Pulo!", "¡Sinnah!", exclaman al verse, y caen el uno en los brazos del otro. En tanto, el Jawkior, salpicando con sus ondas alas el céfiro, huye a morir al Ganges, y el Ganges al golfo de Bengala, y el golfo al Océano. Todo huye; con las aguas, las horas; con las horas, la felicidad; con la felicidad, la vida. Todo huye a fundirse en la cabeza de Siva, cuyo cerebro es el caos, cuyos ojos son la destrucción y cuya esencia es la nada.

Gustavo Adolfo Bécquer (Rimas y Leyendas)

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