Durante el Camino de Santiago, es probable que el peregrino se encuentre con problemas "físicos" como ampollas, tendinitis, gastrointeritis, catarro. A mi me tocó sufrir una tendinitis, que es pecata minuta en la vida normal, pero que puede llevarte a un infierno si tienes en mente caminar 20 días más con ese dolor insoportable, después de la tendinitis vino la fiebre y la bronquitis. Cuando empezaron los dolores empecé a fruncir el ceño y a enfadarme conmigo, me decía cosas como: ¡no podré continuar!, ¡me duele mucho!, ¿por qué ahora?, ¿por qué de esta manera?, ¿qué he hecho mal?, ¿serán las plantillas?, ¡no quiero que me pase esto a mi!, ¡yo quiero estar como estaba ayer!. Cualquier cosa que dijera no calmaba el dolor, sólo sentía que cada día mi pie estaba más bloqueado y rígido, además el dolor pasó también al otro pie. Y me seguí diciendo: ¿los dos pies?, ¡ahora si que no podré continuar!, ¿para qué estoy sufriendo esto?, ¡es innecesario!, ¿cuál es el sentido de todo esto?, ¡no entiendo que tengo que aprender de esto!, ¡es absurdo!, ¡me quiero ir a mi casa!.
Aparecieron personas sabias que me dieron consejos físicos y espirituales, ambos me ayudaron y mis pensamientos cambiaron. Un consejo físico fue no tensar el dolor, soltar el pie y caminar como si fuera la pezuña de un caballo, empecé a sentirme mejor. Otro consejo fue saber que quien deja el camino es quien pierde el sentido de lo que está haciendo. Y yo no sabía cuál era el sentido, pero sabía que había un sentido profundo y que debía hacerlo para comprenderlo. El dolor no se fue del pie durante muchos días, pero aprendí a aceptarlo y a relacionarme con él, y dejó de ser un impedimento para caminar. Hablaba todas las noches con mis pies, los cuidaba y me ponía a su servicio, esperando que ellos decidieran cuál era el siguiente paso, sin grandes proyectos, sólo pensábamos en el próximo paso. Algo cambió, y empezó un proceso de limpieza desde los pulmones, una fuerte bronquitis que me ayudó a aprender tanto a dar a quien más lo necesita como recibir de los demás cuando tu lo necesitas. ¡Ah! Y me convertí en una ladrona de papel de water para poder limpiar todo lo que estaba saliendo de dentro, ¡que barbaridad!
Y por fin, paso a paso llegué con la experiencia pero sin mucho más, y al aterrizar al mundo de nuevo, entendí que mi pie me había estando enseñando todo lo que necesitaba aprender en este momento de mi vida. A soportar el dolor de mi corazón, a aprender a cuidarlo, a transformarlo en fuerza y a seguir caminando sintiendo más compasión por los demás, con la tranquilidad de que el universo provee lo que necesitas.
6 comentarios:
¡Pies sabios!
¡Gracias, pies!
Esto que cuentas me ha calado hasta los huesos. Qué bonita historia y cuánto para aprender! Dan muchísimas ganas de sentarse a tu lado y escuchar, con todo el tiempo del mundo, todas esas historias que has vivido y todo lo que has aprendido.
Muchas gracias por compartirlo.
Un beso enorme.
¡qué rico saber que estáis todas mis chicas por aquí!
¡tengo ganas de charlar con vosotras!. También tengo ganas de que me contéis que anda pasando por vuestras vidas.
Algo major que la dolor,algo major que las palabras y la consciecia,que estuve contigo por todo su vida, saliu durante su caminada.Su abertura foe plena!
Que precioso conocer estes amigos invisibles.
Felicitaciones por tu naturaleza humana volver a ti tan fuerte !
FÉ
Sabios pies...
y ahora que pueden "seguir caminando con la tranquilidad de que el universo provee lo que necesitas", quien sabe a dónde te pueden llevar...
Sabios pies...
¿quién sabe?
Publicar un comentario